Las inundaciones que afectan al Sudeste Asiático han dejado al menos 1,608 muertos y más de un millón de desplazados, mientras los pronósticos de nuevas lluvias amenazan con agravar la emergencia en Indonesia, Sri Lanka y Tailandia. La situación se ha vuelto crítica debido al impacto simultáneo de ciclones y al deterioro de las condiciones climáticas en la región.
Este viernes, Tailandia actualizó su balance e informó que el número de fallecidos subió a 276, con cerca de cuatro millones de personas afectadas por el mal tiempo. Siete provincias del sur permanecen inundadas y las autoridades continúan evaluando daños, mientras la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU reporta 367 desaparecidos en el país.
Indonesia continúa siendo el país más golpeado. El número de muertos asciende ya a 846, con 547 personas desaparecidas y alrededor de 3,5 millones de afectados. Los equipos de emergencia operan en Aceh, Sumatra Septentrional y Sumatra Occidental, enfrentando caminos destruidos, puentes colapsados y comunidades aisladas por sedimentos y corrientes fuertes. Además, casi 2,700 personas han resultado heridas.
En Sri Lanka, las autoridades registran 486 fallecidos y una reducción en la cifra de desaparecidos, que bajó a 341. Sin embargo, el Gobierno advierte que el riesgo persiste ante las nuevas lluvias previstas para este viernes. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja lanzó un llamado internacional para recaudar 6,2 millones de dólares destinados a atender a 1,8 millones de habitantes afectados.
En conjunto, más de 1,1 millones de personas han sido evacuadas hacia refugios y zonas más seguras en estos tres países. El impacto económico supera ya los 12 mil millones de dólares, una cifra que podría aumentar si continúan las lluvias y los daños estructurales.
El mal tiempo también afectó a Vietnam, donde nuevas inundaciones impactaron la provincia de Lam Dong. Las autoridades reportan que cerca de 2,000 viviendas sufrieron afectaciones por deslaves, agua desbordada y caída de árboles.
Expertos regionales señalan que la intensidad de la temporada de tormentas y tifones está relacionada con el calentamiento del océano, mientras que la magnitud de la devastación responde a factores como la deforestación y la falta de planificación urbana.







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