La crisis de identidad en los banquillos del fútbol mexicano ha tocado fondo. A pesar de que cada año nuevos exfutbolistas se preparan y obtienen sus títulos, la realidad de la Liga MX es fría: el Clausura 2026 arrancará con apenas tres directores técnicos nacidos en México.
Esta cifra no es solo una estadística más; es el reflejo de una tendencia que lleva una década desplazando el talento local en favor de proyectos extranjeros. Para este torneo, la responsabilidad de representar al estratega nacional recae únicamente en Ignacio Ambriz, Efraín Juárez y Christian Ramírez.
De la época dorada a la minoría absoluta
Es difícil creer que, hace no mucho, el panorama era totalmente opuesto. Cuando los torneos cortos iniciaron en el Invierno de 1996, 12 clubes apostaron por entrenadores mexicanos, contando con nombres de peso como Miguel Mejía Barón, Víctor Manuel Vucetich y Manuel Lapuente. En aquel entonces, la confianza en el estratega de casa era la norma, no la excepción.
El punto más alto se alcanzó en el Clausura 2003, cuando 15 entrenadores mexicanos iniciaron el torneo. Sin embargo, esa hegemonía que duró hasta 2014 comenzó a desmoronarse rápidamente.
El muro de los títulos extranjeros
Uno de los factores que más pesa en las decisiones de las directivas es la falta de campeonatos recientes por parte de técnicos locales. Los datos son claros y exponen una sequía preocupante:
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Ignacio Ambriz fue el último mexicano en alzar la copa (León, 2020).
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Miguel Herrera lo logró previamente en 2018.
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El 2025 fue dominado totalmente por el argentino Antonio Mohamed, quien se llevó los dos torneos de liga y el Campeón de Campeones.
Un respiro de último minuto para el Clausura 2026
El inicio de este nuevo certamen estuvo a nada de ser el peor de la historia. Originalmente, solo Juárez y Ambriz tenían asegurado su puesto. La cifra subió a tres gracias a un movimiento inesperado en Sinaloa:
“La salida de Robert Dante Siboldi de Mazatlán abrió una última puerta. La directiva de los Cañoneros optó por Christian Ramírez como técnico interino para iniciar el certamen, elevando a tres la cifra de entrenadores mexicanos.”
Este torneo será particularmente simbólico para los sinaloenses, ya que representará el último torneo de Mazatlán en Primera División antes de que la franquicia sea vendida para marcar el regreso del Atlante.
Mientras tanto, el fútbol mexicano se enfrenta a una pregunta incómoda: ¿es falta de capacidad o falta de oportunidades? Por ahora, la baraja de técnicos nacionales parece estar más limitada que nunca.







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