LO CLARO. En el cierre del año, la Universidad Autónoma de Tamaulipas abrió un espacio de encuentro y convivencia para su comunidad docente y administrativa, reafirmando que la vida universitaria se construye también desde el reconocimiento, la cercanía y el sentido de pertenencia. Los festejos navideños realizados en los distintos campus del estado se convirtieron en un gesto colectivo que recuerda que la universidad no es solo aulas y programas académicos, sino una comunidad humana que comparte trabajo, esfuerzo y aspiraciones comunes.
Más allá del ámbito institucional, estas celebraciones reflejan el carácter de una universidad que forma parte del tejido social de Tamaulipas y dialoga de manera permanente con su entorno. Al fortalecer los lazos internos, la UAT proyecta hacia la sociedad un mensaje de unidad, solidaridad y respeto al trabajo de quienes la integran, valores que trascienden sus espacios físicos y se reconocen como propios de una comunidad que pertenece a los tamaulipecos y camina junto a ellos.
LO OSCURO. El golpe de timón en la Fiscalía General de la República produjo un fenómeno conocido en la política mexicana. La súbita sensibilidad democrática de quienes jamás la practicaron.
Bastaron unos cuantos movimientos, la reactivación de expedientes empolvados y el mensaje de que la inercia dejó de ser política pública para que la oposición y los intereses afectados descubrieran, de manera casi simultánea, su amor por el Estado de derecho.
La reacción resultó tan rápida como predecible. Antes de que aparecieran imputaciones concretas, dirigentes del PAN y del PRI (Marko Cortés y Alejandro Moreno) denunciaron persecución política.
La acusación llegó sin expedientes, sin autos judiciales y sin datos. Llegó como consigna. Claudio X. González volvió a escena con advertencias solemnes sobre un quiebre democrático. Organizaciones de incidencia mediática elevaron el tono. El fondo jurídico quedó relegado; el relato se impuso como primera línea de defensa.
Mientras tanto, los datos siguieron su curso con la indiferencia que suele incomodar a la retórica. El promedio diario de homicidios descendió de manera sostenida respecto a los picos históricos y los aseguramientos de armas y drogas mantuvieron volúmenes elevados durante el último año móvil.
Las detenciones por delitos de alto impacto consolidaron una lógica operativa que mezcla inteligencia financiera con presión territorial.
Ante ese escenario, la desinformación hizo su parte. Circularon versiones sobre “investigaciones detenidas”… cuando los registros judiciales mostraban reactivaciones y turnos a jueces de control. Se difundieron alertas económicas
sin reflejo en el tipo de cambio ni en los flujos de inversión. Se habló de pérdida de autonomía institucional aun cuando los acuerdos publicados y las solicitudes formales de órdenes judiciales evidenciaron cauces constitucionales. El objetivo simplemente era sembrar duda antes de que los procesos alcanzaran audiencias.
Los ‘movimientos defensivos’ ofrecieron un retrato más honesto. Despachos ligados a casos sensibles promovieron amparos preventivos con una celeridad digna de mejores causas. En el Congreso, la oposición anunció comparecencias, denuncias y comisiones especiales con la esperanza de ganar tiempo. Operadores acostumbrados a la intermediación discreta, reaparecieron con urgencia. El sistema entendió que la fiscalía “dejó de pedir permiso”.
El trasfondo económico explica la vehemencia. La violencia y la impunidad cuestan al país sumas multimillonarias cada año. Cada investigación financiera que avanza interrumpe flujos ilícitos, presiona ‘empresas fachada’ y expone redes políticas. La narrativa alarmista sobre la inversión defiende intereses concretos, no estabilidad macroeconómica. El golpe de timón amenaza la comodidad de la ilegalidad administrada.
¿Qué sigue en el escenario de la desinformación que pretende desestimar el trabajo de la nueva fiscalía? Ésta (la FGR) profundizará el reacomodo con relevos adicionales en áreas de investigación financiera y control de procesos. Aparecerán audiencias iniciales en expedientes que durante años caminaron en círculos. La oposición elevará el volumen, buscarán internacionalizar “casos emblemáticos” y multiplicarán recursos legales. Los intereses afectados apostarán por filtraciones y episodios de violencia focalizada para medir límites. El ruido crecerá. No le quepa la menor duda.
En clave ácida, el balance resulta evidente. Cuando los viejos intocables se presentan como víctimas y los operadores de siempre invocan libertades que nunca defendieron, el golpe acertó. La fiscalía dejó de ser utilería institucional.
Hoy la fiscalía se torna en lo que temían los intocables… una amenaza para el club de los ofendidos.
COLOFÓN: Hacemos votos porque sea el mismo ejemplo para el sistema judicial por completo. Y para la administración pública en su totalidad. Aunque les duela a los que se beneficiaban con descaro.
@deandaalejandro







Discussion about this post