Francia atraviesa un punto de inflexión demográfico. Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el número anual de fallecimientos ha superado al de nacimientos, un fenómeno que no estaba previsto hasta dentro de una década.
Así lo revela un informe publicado este martes por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos francés (Ined), que se adelantó a la difusión oficial de los datos anuales que normalmente se presentan en enero. El documento confirma una fractura demográfica cada vez más marcada en el país, con un envejecimiento poblacional más rápido de lo anticipado y un “sorpasso” que el propio Ined no esperaba hasta 2035.
Este desequilibrio se conoce como “saldo natural negativo”, ya que no toma en cuenta la inmigración. Aun así, Francia ha logrado mantener el crecimiento de su población total, que alcanza los 68,6 millones de habitantes, gracias al aporte migratorio, pese a este “decrecimiento natural” de la población local.
Según el informe, el crecimiento demográfico actual se debe “casi esencialmente a un saldo migratorio positivo”, estimado en 152.000 personas en 2024. Este fenómeno ha impactado de manera particular en las zonas rurales, que presentan “un saldo natural negativo desde 2015”, en contraste con el comportamiento “levemente positivo” de los entornos urbanos.
Aunque no todos los inmigrantes quedan reflejados en las estadísticas oficiales, en 2024 se expidieron 343.000 permisos de residencia por primera vez. Esta cifra da una idea del volumen de llegadas desde el extranjero, así como de su perfil, ya que aproximadamente la mitad corresponde a estudiantes y familias que se instalan principalmente en áreas urbanas.
El Ined también subraya que “el número anual de nacimientos” en Francia, “actualmente en torno a los 661.000 según datos del Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos francés (Insee), no ha dejado de disminuir desde 2010, cuando se situaba sobre los 833.000”.
Ese pico registrado alrededor de 2010 marcó el final de la última tendencia de crecimiento demográfico y coincidió con el impacto de la crisis financiera y la posterior inestabilidad económica. Estas preocupaciones siguen presentes entre la población, como lo refleja una consulta publicada por la Asamblea Nacional francesa la semana pasada.
En esa encuesta, en la que participaron más de 30.000 personas, el 42 % señaló “el aspecto financiero” como la principal razón para no tener más de un hijo, mientras que un 18 % mencionó las “inquietudes ligadas al futuro”.
Ante este panorama, la ministra de Salud y Familia, Stéphanie Rist, anunció el lunes un “plan nacional de lucha contra la infertilidad”, que contempla medidas para “tratar y preservar” la fertilidad, campañas informativas y una mayor oferta para la congelación de óvulos.
A la caída de los nacimientos se suma el envejecimiento acelerado de la población, un reto que podría poner bajo presión al sistema económico y social. De acuerdo con el Insee, las personas mayores de 65 años pasaron de representar el 14 % de la población en 1990 al 22 % en 2025. Esta tendencia se intensificará en los próximos años debido al envejecimiento de la generación del Baby Boom (1945-1975), que actualmente tiene entre 50 y 80 años.
Las proyecciones indican que la población en edad laboral podría seguir creciendo hasta 2040 —o, en algunos escenarios, hasta 2036— antes de iniciar un descenso que, según los expertos, no mostraría señales claras de revertirse antes de 2070.







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