Robert Morris, líder de la influyente Gateway Church en Texas, enfrentó la justicia este jueves 2 de octubre en Osage, Oklahoma, donde admitió haber abusado sexualmente de Cindy Clemishire cuando tenía 12 años.
Morris, de 64 años, aceptó su culpabilidad por cinco cargos graves de actos indecentes con una menor y recibió una sentencia de diez años, aunque solo cumplirá seis meses en prisión, según NBC News. Además, deberá registrarse como delincuente sexual y pagar 250.000 dólares a la víctima.
Clemishire relató en la corte los abusos que comenzaron en Navidad de 1982, cuando Morris, un joven evangelista itinerante, se hospedaba en su hogar:
Me pidió que me acostara, me tocó los pechos y me puso la mano debajo de la ropa interior. Me dijo: ‘nunca le cuentes esto a nadie’”.
A pesar de que lo denunció en 1987 a su familia y líderes de su iglesia, Morris fue devuelto al ministerio tras un proceso de “restauración” sin intervención policial.
La Iglesia Gateway apartó a Morris tras la denuncia pública en 2024 y destituyó a cuatro ancianos que ignoraron los hechos.
El Fiscal General de Oklahoma, Gentner Drummond, enfatizó:
No se puede tolerar a quienes abusan sexualmente de menores. Este caso es más despreciable porque el agresor era un pastor que se aprovechó de su posición de confianza”.
Clemishire aseguró: “Hoy se hace justicia, y el hombre que me manipuló finalmente estará tras las rejas. Salgo de este tribunal no como víctima, sino como sobreviviente”.
Morris también reconoció públicamente a The Christian Post que los actos fueron “besos y caricias, no sexo, pero estuvo mal”. La sentencia incluye supervisión en Texas y el pago de gastos médicos y compensación.
El caso ha generado repercusión nacional y ha inspirado a otras víctimas a denunciar abusos pasados.
Organizaciones de víctimas celebran la resolución como un ejemplo de que los abusos, incluso décadas después, pueden ser judicializados. Clemishire concluyó su intervención en la corte:
Robert, quiero que me vea de verdad: ya no soy la niña silenciada a la que usted abusó”.
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Este caso marca un precedente en Oklahoma y podría cambiar la manera en que se persiguen abusos sexuales en comunidades religiosas a nivel nacional.
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