Este domingo es muy especial puesto que, celebramos la alegría de llevar la buena notica al mundo entero, nos unimos en oración a nuestros hermanos y hermanas, no solo sacerdotes y religiosas, sino también a laicos comprometidos que día a día se desgastan por ser parte de la buena noticia y esperanza para quienes no la tienen o la han perdido.
Y pudiese pensarse, que después de 2025 años de que Jesús estuvo entre nosotros, ya la mayoría lo ha conocido y ha dado una buena repuesta a su llamado, pero en realidad es lo contrario, estamos teniendo la necesidad de volver a evangelizar, esto implica esfuerzo, pero sobre todo testimonio de nuestra parte, solo echemos un vistazo a nuestro entorno, a nuestra propia familia.
Como en la familia misma, tenemos familiares que les faltan sacramentos, que se quejan de la formación catequética, que quieren todo rápido, solo como un cumplido y no un conocimiento más afondo de Jesús para poder cumplir su voluntad, y nos damos cuenta de que Jesús sigue siendo para muchos el gran desconocido.
Por eso en este día de las misiones el lema nos invita a renovar nuestra fe y nuestro compromiso con Dios, a ser esperanza para los pueblos: “misioneros de esperanza entre los pueblos” y nuestra vocación de cristianos es a ser mensajeros y constructores de esperanza en un mundo, tan desesperanzado, y tenemos un campo amplio para realizar nuestra misión.
Y como realizaremos la misión, pues el día de hoy se nos invita a tener presentes a nuestros hermanos y hermanas misioneros en nuestra oración, pero de forma especial a colaborar con lo que nuestro corazón nos dicte económicamente, tal vez lo que aportemos nos parezca poco a nosotros, pero para ellos es de gran ayuda. Seamos generosos aportemos nuestro granito de arena.
No olvidemos a nuestros hermanos seminaristas de nuestra diócesis, a nuestro obispo y sacerdotes, a las diferentes comunidades religiosas, para que realicemos debidamente nuestra misión específica, recordemos que nuestra diócesis de Ciudad Victoria es un lugar de misión.
Y el día de hoy a diferencia de otros domingos, compartiré lo que nos dice la palabra de Dios en la carta del apóstol San Pablo a los romanos. En lugar del santo evangelio puesto que esta carta nos pone en contexto de lo que estamos celebrando este domingo. Y la exhortación echa a los romanos, se hace vida en nosotros.
(Rom,10,9-18)
En esta lectura nos narra de la importancia de creer en Jesús, para obtener la salvación, pero se pregunta ¿cómo será posible esto?, si no hay quien les comparta la fe, quien les hable de Dios, como lo van a confiar y creer en Él si no hay quien se los anuncie, y como se les va a anunciar, si no son enviados, y habla de lo hermoso que es el ver sobre los montes correr al mensajero que trae buenas noticias, es decir el misionero.
También nos recuerda que no todos van a creer, que no todos nos van a recibir, con alegría, pero eso no, debe desanimarnos, pues si el ser misionero fuera fácil, todos seriamos, misioneros comprometidos, si todos respondieran ya no habría a quien predicar. Por eso no nos cansemos de ser portadores del evangelio, es decir, de la buena noticia, a tiempo y a destiempo.
Y esa predicación, no es solo compartir la palabra de Dios, de compartir un tema, de hablarles de Dios a los demás, sino también con nuestro testimonio de vida, en el trabajo, en la familia, allí donde nos encontremos podemos demostrar la fe y ser esperanza para los de más.
Dios nos conceda responder dócilmente a nuestra vocación de cristianos
Recordemos, Dios sin nosotros sigue siendo Dios, pero nosotros sin Dios no somos nada.
Su servidor y amigo: Pbro. José Dolores Muñoz Trujillo.
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