Estados Unidos e Irán volvieron a sentarse, aunque sin verse cara a cara, para hablar del tema que ha mantenido en vilo a la comunidad internacional: el programa nuclear iraní. La reunión más reciente, celebrada en Roma, se dio en un ambiente que ambas partes calificaron como favorable. Aunque no hubo contacto directo, los representantes se mantuvieron en salas separadas y usaron a Omán como puente para intercambiar propuestas.
Este nuevo acercamiento llega después de años de relaciones rotas y amenazas que en más de una ocasión estuvieron a punto de escalar. La presión aumentó tras el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, quien ha reforzado sanciones y advertido sobre una posible intervención militar si Irán no accede a negociar.
A pesar del contexto tenso, los funcionarios involucrados han reconocido que hubo avances y se logró mayor claridad sobre objetivos comunes. Tanto Irán como Estados Unidos acordaron continuar con esta dinámica de diálogo en una nueva reunión programada para dentro de una semana en Mascate, capital de Omán.
Mientras tanto, el mundo observa con atención. La comunidad internacional teme que Irán esté cada vez más cerca de fabricar un arma nuclear, algo que el país persa niega, asegurando que su programa solo tiene fines pacíficos.
Irán, por su parte, mantiene su postura firme: no aceptará que se le impongan condiciones que impliquen detener completamente su desarrollo nuclear, ni comprometer su influencia en la región. Esa es, dice, su línea roja.
Las conversaciones siguen abiertas y aunque el camino no será fácil, al menos hoy hay voluntad para evitar una nueva crisis.
Discussion about this post