En estas tareas menesterosas de impulsar la actividad de productores del campo, el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Desarrollo Rural, Pesca y Acuacultura, dispuso un espacio digno para que los agricultores vendan sus cosechas de frutas, verduras, y huevos de libre pastoreo.
El objetivo de este mercado oferente es empoderar a la gente del campo que se dedica a sus cultivos, como una forma de vida para salir adelante en su economía, y puedan hacer su cartera de clientes consumidores de alimentos sanos.
Otra meta de este programa de la venta de estos artículos comestibles es fomentar la cultura de una alimentación sana y nutritiva, para los compradores de estos productos del medio rural.
La mecánica es que los jueves y viernes de cada semana, justamente en un espacio del estacionamiento frente a la Torre del Bicentenario, se apersonan agricultores de los ejidos instalando sus mesas oferentes de sus hortalizas, de una forma tan coordinada, que dan lecciones de su vida ordenada para levantar sus cosechas.
Ahora bien, lo atractivo de estas ventas, es que los precios son demasiado accesibles, pues podrás encontrar manojos de cebolla, rábanos, betabel, zanahorias, acelgas, cilantro, repollos, con costos de 20 pesos o brócolis, coliflores monumentales, aun precio de 30, solo por mencionar algunos artículos del campo.
De tal forma que los burócratas pueden adquirir alimentos sanos, cultivados libres de pesticidas, a precios casi regalados, pero esta venta también es para el público en general qua ande por aquellos rumbos.
Por lo tanto, en estas actividades de ventas de hortalizas y demás, se pretende que las familias productoras de alimentos del campo se consoliden con una buena cartera de clientes de sus productos, para impulsar el comercio rural.
Y que los compradores adquieran una cultura de alimentación sana con sus nutrimentos, para fortalecer la salud, entonces con estos dos objetivos, se puede asumir metafóricamente que se puede “matar dos pájaros, de un solo tiro”.
SIGAMOS CONFIANDO EN DIOS.
Muchas veces nos abatimos por circunstancias que en su mayoría no comprendemos, y es que el dolor jamás encuentra justificación, y de pronto llega sin previo aviso queriendo ser permanente.
Por tanto, en algún momento, la adversidad puede tocar a nuestra puerta, a veces cuando lo hace, se puede acomodar sin que la hayamos invitado a pasar y se puede convertir en un molesto acompañante.
Parecieran esas etapas en las que todo parece ir mal, en las que lo vemos todo gris y no divisamos la luz al final del túnel, por lo que podemos desanimarnos y hasta deprimirnos, y es que los nubarrones forman parte de la vida.
Nadie está exento de calamidades, pues no somos ajenos al sufrimiento, y muchas veces, este mal necesario se convierte en un canal de aprendizaje, a veces, más directo que la misma felicidad, por lo que aceptar, abrazar y superar lo que nos sucede en las adversidades, es vital para que la experiencia nos ayude.
Para mí en lo personal, el abrazar la realidad, vivirla, asimilarla, sufrirla e interiorizarla son claves para la solución, y es que no basta con oír, hay que saber escuchar, no basta con ver, hay que saber mirar, entender que siempre hay un más allá y que éste puede ser nuestro mayor consuelo en esos momentos en los que aparecen las adversidades.
Tengo la certeza, que la mejor manera de superar el dolor es hacerle frente al sufrimiento, todos pasamos por situaciones en la vida que nos producen sufrimiento y que no sabemos cómo afrontar.
Y es que no existe una fórmula que funcione siempre (ojalá fuera así), sino que debemos aceptar que el sufrimiento es parte de la vida, aunque resulte doloroso muchas veces, aunque pensemos que el mundo se nos viene encima.
No obstante, ante los retos de la vida, siempre tenemos presente la esencia de nuestro Creador, quien viene alumbrar, a dar paz, y fortaleza en todos los embates que se nos pueda presentar en este viaje por la tierra.
Hasta la próxima.
gildateran@yahoo.com.mx
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