Estimado hermano, este domingo treinta del tiempo ordinario (Ciclo B), la Palabra de Dios nos habla con el Libro del Profeta Jeremías (Jer 31,7-9); el Salmo 125 (Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor); la Carta a los Hebreos (Heb 5,1-6); y el Evangelio de San Marcos (Mc 10,46-52). El tema central: el discípulo debe asumir como experiencia fundamental el seguimiento; y es que solo a partir de esa experiencia se puede comprender con claridad la pregunta que Jesús nos hace: ¿Qué quieres que haga por ti?
Deseo compartir esta reflexión en cuatro pequeños apartados:
El contexto: El discipulado en el Evangelio de Marcos. La ceguera era, y es por causas de la naturaleza (el polvo desierto, el resplandor de la luz solar, entre otros muchos) relativamente frecuente en Medio Oriente.
Los evangelios aluden con cierta frecuencia a la curación de estos enfermos, ellos eran una viva estampa de la miseria, el desamparo y desesperanza. La mayoría de ellos nos les quedaba más que pedir limosna y caridad para poder sobrevivir.
El evangelista ha colocado al final del capítulo diez, la conclusión de la subida (subida que se convirtió en un viaje de formación para los doce discípulos) a Jerusalén con toda la intención al ciego Bartimeo a la entrada de la ciudad santa.
La curación de Bartimeo es una muy severa crítica a los doce discípulos, la cual denuncia su incomprensión: ellos se han opuesto constantemente a Jesús cuando Él les ha hablado de dar la vida, de cuando les ha hablado de hacerse servidores de todos. La pregunta de Jesús a Bartimeo: ¿Qué quieres que haga por ti? es exactamente la misma que Jesús les hizo a los hijos de Zebedeo (Evangelio del domingo pasado).
Un hombre al borde del camino. Marcos nos presenta una catequesis finamente elaborada que nos invita al cambio y nos urge a la conversión. Regresemos al pasaje evangélico: Bartimeo, un hombre ciego al que le falta la luz; está sentado, es incapaz de dar pasos; se encuentra al borde del camino, sin una trayectoria en la vida. Es mendigo, su vida y subsistencia dependen de los demás.
Pero, dentro de este hombre hay una fe sumamente grande, le hace reaccionar y ponerse de nuevo en el camino: escucha, y pide a gritos su ayuda; se sobrepone a quienes querían callarlo (los doce); insiste, se levanta y tira el manto que lo caracterizaba como mendigo (está seguro que Jesús le concederá ver); se pone de frente a Jesús.
¿Qué quieres que haga por ti? Mientras los dos hermanos, Santiago y Juan (Evangelio del domingo pasado) deseaban sentarse junto a Jesús, Bartimeo desea recobrar la vista para seguir a Jesús. Así, Bartimeo se convierte en un verdadero modelo para todo discípulo.
Bartimeo, modelo de verdadero discípulo. Aquel que era ciego es la figura de los discípulos; así el evangelista, antes de que Jesús entre a Jerusalén nos habla de la ceguera que podemos tener todos aquellos que queremos seguir a Jesús.
Al finalizar el camino de la subida a Jerusalén, que es el camino y la vida diaria de cada uno de nosotros; el evangelista nos invita, que, aunque vayamos ciegos, o no entendamos del todo la vida discipular, hay que seguir el camino de Jesús y con Jesús. Cada vez que esto nos suceda: con mucha fe, gritemos más alto, arrojemos lo que nos impide ver a Jesús y acerquémonos a Él.
También es una invitación para los que ya están en el camino del discipulado, no hay una élite de discípulos perfectos (los doce querían callar a Bartimeo que gritaba más fuerte). Es necesario animarnos y respetar el ritmo del camino de cada uno.
Bartimeo, imagen de conversión y de proceso catecumenal. La curación de Bartimeo expresa el paso del alejamiento (al borde del camino) a la proximidad (se acercó a Jesús); de la pasividad (estaba sentado) a la acción (lo siguió por el camino); de la marginación (muchos lo regañaban) a la liberación (recobró la vista). Es el paso de un convertido, que se integra a la comunidad y se convierte en auténtico discípulo.
Digámoslo más claro: reconoce su situación (ceguera, mendicidad), ora con humildad, invoca más fuerte en la dificultad, se deja interrogar, abre los ojos a Jesús y se compromete en el seguimiento. No creyó por haber sido curado, sino que fue curado por haber creído.
Gracias a Dios, está mañana (horario de Roma) hemos celebrado la misa de clausura de la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad. Que Dios nos conceda un feliz retorno a todos los participantes a nuestras ciudades de origen. Civediamo pronto.
Estimado hermano, pido a Dios te bendiga y que nos conceda, a ejemplo de Bartimeo, hacer de nuestra vida una auténtica vida discipular. Bendecido domingo, y por favor, no te olvides de rezar por la conversión de un servidor y la de todos los sacerdotes de nuestra iglesia diocesana.
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