El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado un paso contundente en la política comercial de su administración al anunciar nuevos aranceles por valor de 18.000 millones de dólares a las importaciones de productos chinos. La medida, que afecta a sectores considerados estratégicos para la economía y seguridad nacional estadounidense, incluye un aumento drástico en los aranceles para vehículos eléctricos, pasando del 25 % al 100 %.
La decisión, anunciada en medio de la campaña electoral para las elecciones del 5 de noviembre, refleja un tono cada vez más duro hacia China por parte de Biden, quien busca la reelección y busca asegurar el apoyo de la clase trabajadora, a menudo asociada con preocupaciones sobre la competencia extranjera en el mercado laboral estadounidense.
Los aranceles propuestos abarcan una amplia gama de productos, desde acero y aluminio hasta semiconductores y paneles solares. Sin embargo, el enfoque principal está en el sector de vehículos eléctricos, donde China ha experimentado un crecimiento significativo en sus exportaciones a Estados Unidos.
La Casa Blanca argumenta que estos aranceles buscan proteger la industria nacional y fomentar la producción interna, especialmente en áreas estratégicas como la energía limpia y la tecnología. Además del aumento en los aranceles para vehículos eléctricos, se espera un incremento similar para las baterías utilizadas en estos vehículos, así como para otros componentes críticos.
La medida también busca apoyar la producción nacional de semiconductores, en respuesta a la volatilidad experimentada en el mercado durante la pandemia, que afectó a sectores como el automovilístico y el de los electrodomésticos.
La Casa Blanca ha tratado de diferenciar estos aranceles de las políticas comerciales de la administración anterior, dirigida por Donald Trump, argumentando que están diseñados para proteger industrias estratégicas en lugar de aplicar medidas comerciales indiscriminadas.
La implementación de estos aranceles dependerá en parte del resultado de las elecciones presidenciales, ya que algunos de ellos entrarían en vigor en los próximos años. Sin embargo, su anuncio refleja un endurecimiento en la postura de Estados Unidos hacia China en materia comercial, en un contexto de competencia económica y tensiones geopolíticas entre ambas potencias.
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