El siguiente texto es de una profesional de la docencia con maestría en Literatura en Lengua Española e inexplicablemente no se atreve a entregar sus trabajos para publicar. Formó docentes por casi 20 años y comunicadores por más de 30 en dos entidades federativas.
El lector podrá deleitarse con el siguiente texto en este espacio, la autora es Ernestina Olmedo Núñez y producto del aprendizaje asimilado en su formación. Narrado en este espacio que titulé -con su autorización-Sueño Real.
Dice la autora: “Cuando estaba en sexto año de primaria, la maestra Cristina, nos encargó redactar un viaje imaginario a ése lugar que nos encantaría conocer algún día, por lo que vería a un familiar que creí conocía de otros lugares.
Mi tío Max trabajaba en una agencia de viajes y le pedí me ayudara. La pregunta que me hizo fue: “¿A dónde te gustaría ir?” Sin pensarlo de inmediato contesté que a París. Él sonrió y preguntó ¿a qué otro lado? Con la misma rapidez le respondí: a Florencia, en Italia. Sorprendido me preguntó “¿Qué sabes tú de París o de Florencia?”
“Nada, respondí” Y es que a los once años no se sabe casi nada de nada. Pocos días después mi tío Max llegó a mi casa con trípticos de ambas ciudades con información por lo menos para mí, muy valiosa. Recuerdo perfectamente las hermosas imágenes de esos lugares tan lejanos, desconocidos e inalcanzables plasmadas en colores brillantes, tan brillantes como mis sueños por estar ahí.
De los dos destinos elegí París para hacer el trabajo de redacción encargado por la Maestra Cristina. Era 1964 y fue la forma como realicé mi primer viaje a Europa. Años después, como estudiante de la Escuela Normal Superior de México, las maestras: Hortensia y Esther Pujol, impartían sus clases con un estilo muy especial.
La Maestra Esther decía: “Cuando estén en Florencia, miren de frente la Catedral. Imaginen a Dante siendo un joven. Sigan con su mirada su apresurada silueta y traten de sentir el dolor del exilio…” y de ahí desprendía su abundante explicación que nos transportaba a la bella Florencia en Italia.
La misma Maestra, otras veces decía: “Cuando caminen por las bohemias calles de Montparnase en Paris, y escuchen sus propios pasos, respirarán el aire de melancolía que dejaron escritores y pintores que ahí se reunían. Y seguramente que verán la puesta de sol desde su inigualable torre, la Bella Dama.”
La Maestra Hortensia, nos enseñaba de Literatura Española y por supuesto que nos llevó solo con su narrativa a Toledo, y casi vimos al imponente Cid Campeador entrando triunfante a Burgos… y nos hizo saber que cuando viéramos la puerta de Alcalá todos los recuerdos que guarda, serían nuestros…”
Hortensia Pujol siempre con firmeza en su voz, mirándonos a los ojos nos decía: “…cuando estén en Córdova, dedíquense a leer un buen libro bajo la sombra de la arquitectura Mora…” En fin… palabras más, palabras menos, fueron recorridos que llevaron a mi espíritu muy lejos, al otro lado del mundo real.
Así, con las palabras de mis maestras realicé mi segundo viaje a Europa.
Tuvieron que pasar muchos años desde mi segundo viaje, fue en 2007 cuando mi esposo tenía que realizar un viaje a Santiago de Compostela en España, por cuestiones académicas y pidió lo acompañara. Desde luego aquella que fue niña seguía sin saber mucho de París y de Florencia… y de España. Ahora, esta mujer ¡Reconocería los lugares que sus mentoras le habían dibujado! ¡Hasta ese momento, habían sido viajes imaginarios y sueños y ahora, tomarían forma y se realizarían!
El grupo de viaje estaba planeado para estar solamente en la capital de Galicia y cumplida su comisión académica, nos percatamos que teníamos días libres, con dos opciones: Quedarnos con el grupo en Santiago o por nuestra cuenta visitar, aunque fuera de manera relámpago, algún otro lugar del viejo continente. Como pareja nos arriesgamos para viajar a París… mi argumento ‘ya habíamos cruzado el océano y que París quedaba más cerca…’
Cargando sola una mochila, (el equipaje lo dejamos en el guarda del aeropuerto de Madrid) salimos de nuestra zona de confort y viajamos a encontrar mi sueño. Si, estuvimos en Toledo… Pero no visité al Cristo de la Vega, ese que extendió su mano para jurar en “A Buen Juez, Mejor Testigo”; la puerta de Alcalá me dio la bienvenida; Y vi la maravillosa catedral de Burgos.
París nos recibió con los brazos abiertos, después de un increíble y veloz viaje nocturno en AVE. Un tren tan cómodo como la habitación de un buen hotel. Caminamos solo un poco por Montparnasse y comí un helado a los pies de la Torre de París… Vi sus calles y entendí su bohemia. Entramos a Notre Dame y agradecí la oportunidad de estar.
Escuché el rumor del Jorobado y casi pude ver bailar a Esmeralda en el atrio… He tenido la oportunidad de estar dos veces físicamente en Europa, sé apenas poco más que nada; esta mujer que soy yo, sigue realizando muchos viajes imaginarios.
No conozco mucho, pero he aprendido a atreverme… Mi compañero de viaje es tolerante con mis locuras… ¡En más de una ocasión he sido presa del Síndrome de Stendhal…!
La maestra Cristina nunca supo lo que sembró en mi corazón con aquella bendita tarea. Las hermanas Pujol, jamás se enteraron de cómo las he recordado en mis viajes. Todo es como ellas me dijeron.”
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