La participación en las recientes elecciones presidenciales de Rusia alcanzó un histórico 77,44%, la tasa más alta desde el inicio de la era moderna de comicios en el país. Según Ela Pamfílova, presidenta de la Comisión Electoral Central, 87,1 millones de personas de un total de 112,3 millones de electores registrados acudieron a las urnas, marcando un precedente sin igual en la historia electoral rusa.
Pamfílova atribuyó esta notable afluencia electoral a la consolidación del pueblo ruso frente a las presiones políticas internacionales. El primer día de votación, el 15 de marzo, ya había indicado una participación excepcionalmente alta, con más del 36% del censo electoral, cifra que aumentó al 55% al día siguiente. Este nivel de participación supera todas las tasas previas, incluida la del primer presidente elegido tras la disolución de la Unión Soviética, Boris Yeltsin, con un 74,66% en 1991, y la elección más reciente en 2018, con un 67,47%.
Un factor distintivo en estas elecciones fue la inclusión de la votación a distancia, una novedad respecto a 2018 y que ha sido objeto de críticas por parte de la oposición, quienes la consideran susceptible de fraude. En Moscú, más de 5,3 millones de los cerca de ocho millones de electores ejercieron su derecho al voto, con una preferencia significativa por la votación a distancia, elegida por más de 3,7 millones de ciudadanos.
En San Petersburgo, más de 2,6 millones de personas votaron, lo que representa casi el 70% de su censo electoral. Además, se destacó la alta participación en las cuatro regiones ucranianas anexionadas por Moscú en septiembre de 2022 y en Crimea, que está bajo control ruso desde 2014.
Los primeros resultados oficiales indican que Vladimir Putin ha ganado las elecciones con más del 87% de los votos, asegurando su permanencia en el Kremlin hasta al menos 2030.
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