La era de dominio absoluto de la selección mexicana sobre sus rivales en la Concacaf parece haber quedado atrás. En un escenario cada vez más competitivo, el enfrentamiento de semifinales de la Nations League contra Panamá se presenta como una prueba de fuego para el equipo dirigido por Jaime Lozano. Este jueves 21 de marzo, en Dallas, Texas, los verdes buscarán un boleto a la final del torneo, enfrentándose a un conjunto canalero que ha demostrado ser un hueso duro de roer en los últimos tiempos.
Aunque México ha logrado mantener una racha favorable en sus últimos cinco enfrentamientos contra Panamá, con cuatro victorias y un empate, la realidad en el campo refleja una competencia mucho más cerrada de lo que los números sugieren. La mayoría de estas victorias han sido por la mínima diferencia, destacando tres triunfos por 1-0, que evidencian la dificultad que los verdes han enfrentado para superar a un Panamá en ascenso.
La rivalidad entre ambos equipos ha ido in crescendo, marcada por encuentros memorables y polémicos en la Copa Oro. Un ejemplo claro fue la semifinal de 2013, donde Panamá sorprendió al eliminar a México con un marcador de 2-1, frustrando las aspiraciones del tricolor de coronarse en el torneo regional. A esto se suma la semifinal de 2015, donde México avanzó a la final entre controversias arbitrales, con dos penales decisivos marcados en momentos críticos del partido, generando gran descontento en el equipo panameño.
El último capítulo de esta intensa rivalidad se escribió en la Copa Oro 2023, donde México se alzó con el título tras un agónico gol de Santiago Giménez en el minuto 88, asegurando la novena copa en su historia con un ajustado 1-0 contra Panamá.
Ahora, con la mira puesta en la final de la Concacaf Nations League, México y Panamá se preparan para añadir un nuevo episodio a su historial de enfrentamientos. Con un Panamá decidido a reivindicarse y demostrar su crecimiento futbolístico, y un México consciente de que los días de victorias fáciles en la región han quedado atrás, este duelo promete ser no solo un desafío táctico y físico, sino también una batalla de voluntades. La pregunta que queda en el aire es, ¿podrá México superar una vez más a un Panamá que se ha mostrado como un adversario formidable?
Discussion about this post