Ya nos aproximamos al gran acontecimiento de la Semana Santa, en la que recordamos cómo Jesús nos muestra el gran amor que nos tiene, dando la vida por nosotros de una manera extraordinaria y, en este domingo cuarto del tiempo de cuaresma, nos va preparando y reafirmando ese gran amor, y nos recuerda que, así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el hijo del hombre.
Recordando que, para que el que crea en Él, tenga vida eterna, nos demuestra el gran amor de Dios al mundo que entregó a su hijo único, para que por medio de ser levantado en una cruz nos alcance la salvación, pero también os hace mención como Jesús es la luz del mundo y que, la causa de la condenación es el rechazo de la luz, es decir, el rechazo a Jesús.
Cuantas veces hablamos de que Dios no nos ama, y le culpamos de muchas cosas que nos suceden, cuando en realidad, no es que Dios se alegre con nuestros problemas o sufrimientos, más bien, es que la consecuencia de éstos incurre a nuestro alejamiento de Dios, sabemos que también hay pruebas que Dios permite que vivamos.
Estas pruebas no son para que suframos, sino más bien, para que fortalezcamos y acrecentemos nuestra fe, cuando somos capaces de descubrir en ellas la voluntad de Dios. Prueba de que también el sufrimiento es muestra de amor y de fortaleza, y que tiene sentido; es todo lo que padeció Jesús por nuestro amor.
En una ocasión, un hombre sentado en la banqueta de su casa se notaba algo triste y apesadumbrado, cuando pasa su vecina y le pregunta qué le pasaba, si tenía algún problema o de qué maneara le podía ayudar, a lo que él tranquilamente le contesta: “pues en cuestión familiar, económico y de más, estoy bien, todo a la perfección”.
La mujer asombrada se preguntaba en donde estaba el problema, pero sin decirle más nada, el señor continuó su charla diciéndole: “la causa de mi tristeza es que como todo me va bien, mi temor es que me aleje o me olvide de Dios”. La señora acentuó apoyando el comentario de aquel hombre.
Dios de muchas maneras, nos muestra su amor y la preocupación de que nos salvemos, pero nosotros sumergidos en tantas cuestiones de la vida nos olvidamos de ello, y solo en momentos difíciles nos acercamos a Dios para que nos ayude, de ahí el comentario de aquel hombre, el amor de Dios se manifiesta en los éxitos, en los logros, en lo cotidiano de la vida.
Pero también en lo no tan agradable o bueno, pero en todo ello, son dos formas distintas en el que Dios nos demuestra su amor. Decía Santa Teresa de Calcuta, “hay que amar hasta que duela” y Dios nos amó al extremo, entregando a su único hijo, hagamos que ese sacrificio tan grande tenga respuesta favorable de nuestra parte.
Santa Teresa la grande, en una ocasión cuestionaba a Dios, por tanta situación que se vivía, humanamente también se preguntaba si Dios nos ama muchísimo, como era posible que personas buenas, que se esmeran por llevar una vida cristiana coherente, en muchas ocasiones no les va tan bien, algunas padeciendo muchas injusticias, sufriendo mucho, y Jesús le respondía “Teresa, yo así trato a mis amigos” a lo que Santa Teresa le respondió “con razón tienes tan pocos”.
Dejemos que el amor de Dios nos envuelva, cuaresma es el tiempo propicio para ello, que las practicas cuaresmales sean el momento propicio para ello, la respuesta esta en nosotros, Dios que nos ama inmensamente nos deja en libertad, el ya hizo su parte y la mayor, a nosotros nos toca lo mínimo, que el sufrimiento de su pasión no sea en vano.
Recuerda que Dios sin ti sigue siendo Dios, pero nosotros sin él no somos nada, su atento amigo y servidor, Padre Lolo.
PBRO. JOSÉ DOLORES MUÑOZ TRUJILLO
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