La crisis de cuidados provocada por COVID-19 reveló las desigualdades que enfrentan las mujeres y sus familias y personas que trabajan en el ámbito de los cuidados y quienes los requieren. El territorio, el género, la pertenencia étnica, la clase social, la situación migratoria, la situación de salud o enfermedad profundizan y perpetúan las desigualdades socio territoriales.
Los cuidados que ofrecen las familias se reducen por cambios en su estructura: disminución de la fecundidad, reducción de su tamaño, envejecimiento, migración, divorcios y aumento de hogar unipersonal. El aumento de la demanda de cuidados y que no es posible ni deseable que la mujer continúe proveyéndolo de manera informal, generan crisis en el ámbito de los cuidados que exige corresponsabilidad social y la intervención del Estado para proveer sistemas integrales de cuidados.
El derecho al cuidado incluye el derecho a acceder a los cuidados que requiera para garantizar su bienestar, el derecho de las personas a decidir no brindar cuidados o brindarlos en condiciones dignas, y el derecho al autocuidado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define el cuidado de largo plazo como el sistema de actividades realizadas por cuidadores informales (familia, amigos o vecinos) o profesionales (trabajadores de la salud, sociales y otros) para asegurar que una persona que no es capaz de su autocuidado pueda mantener el alto nivel de calidad de vida posible, de acuerdo con sus preferencias, con el mayor grado posible de independencia, autonomía, participación, realización personal y dignidad humana.
¿Cómo se define las personas no capaces de proveerse autocuidados? Las que no pueden realizar actividades necesarias para la vida diaria sin ayuda de otros por período prolongado. Comer, vestirse, bañarse, acostarse y levantarse de la cama, ir al baño y contener los esfínteres se definen, actividades básicas. Prepararse la comida, limpiar, lavar, tomar medicamentos, trasladarse a lugares más allá́ de la distancia que puede recorrerse a pie, ir de compras, gestionar los asuntos de dinero y utilizar el teléfono o Internet se definen, actividades instrumentales.
Los beneficios de la inversión en política de cuidados generan dividendo triple: 1) cuidados y educación que se brindan a la infancia repercuten de manera positiva en su desarrollo y posibilidad de acceder a mejor empleo; 2) incentivos para formalizar el trabajo de cuidados, del Estado o del mercado, regulan el sector para aumentar su calidad y generan retorno en impuestos y aportes a la seguridad social, y 3) la inversión facilita la inserción de la mujer en el mercado laboral y aumenta el ingreso de su hogar y rompe el ciclo de la pobreza que surge cuando no hay opciones para despojarse del trabajo de cuidados no remunerado. Reducen el gasto en servicios sanitarios ya que el número de emergencias se reduce y los cuidados mejoran la salud de las personas mayores.
Corea vive un proceso de envejecimiento acelerado debido a: rápido decrecimiento de tasa de natalidad y veloz incremento de la esperanza de vida. Se prevé́ que la población mayor de 65 años se duplicará en 20 años y pasará de 8 millones de personas (16%) en 2020 a 17 millones (36%) en 2040. En el 2000, los sistemas de seguros de salud se integraron en el servicio nacional de seguros de salud supervisado por el Gobierno que da cobertura a la población. Brinda tratamientos para lesiones, atención en caso de fallecimiento y se garantiza asistencia médica gratuita a quien enfrenta dificultades para acceder a la seguridad social, pero no brinda servicios de cuidados para las personas mayores.
Ante esto se implementó el sistema de seguros para la atención de largo plazo. El LTCI es un seguro público, obligatorio que proporciona servicios de cuidados a las personas mayores a fin de atender necesidades no cubiertas antes de la creación del sistema, así, la prestación de los servicios pasa de centrarse en el proveedor a centrarse en las personas de diferentes niveles de ingresos que acceden a servicios especializados por profesionales.
La urgencia de avanzar a una sociedad del cuidado que garantice los derechos de las personas en cualquier momento de su vida es evidente cuando se analiza la evolución de variables básicas (fecundidad y la mortalidad) y su relación con los cambios económicos, sociales y culturales. Los datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indican que entre 2020-30 la población de 60 años y más aumentará en 31 millones de personas y alcanzará 115 millones, 17% de la población de América Latina. Para 2050, se estima que el grupo de 60 años y más será́ 188 millones (25% de la población)
La elevada informalidad impacta el nivel de protección social que cada país brinda. Las diferencias tienen origen en las características de los mercados de trabajo que cada país fortalece promoviendo la formalización, la valorización del salario mínimo, creación de seguros de desempleo y la articulación de sistemas de capacitación y educación.
Según el Informe Avances y Retos legislativos en Autonomía y Empoderamiento Económico de la mujer en Iberoamérica, existen desafíos legislativos para lograr organización social del cuidado. Entre tales está la falta de legislación en: igualdad salarial; libertad de elección de empleo de la mujer, reconocer el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado y redistribuirlo, regulación y protección del trabajo doméstico y prevención de discriminación por sexo.
El sistema de cuidados es componente central del sistema de protección social. Se define como el conjunto de acciones públicas y privadas que se desarrollan de forma articulada para brindar atención directa a las personas y apoyar a las familias en el cuidado de los miembros del hogar. Incluye la atención de dependientes: menores de edad, las personas con algún tipo de discapacidad, las personas mayores y los enfermos.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia abrirá 159 Casas de Día para personas adultas mayores en 114 municipios de 20 estados que se sumarán a las 1,515 existentes, señaló Javier Cabrera Aguirre, titular de los Centros Gerontológicos y Campamentos Recreativos.
El 14% de la población son personas mayores de 60 años, para 2050 será 28%. El enfoque ha sido atender secuelas del envejecimiento patológico. El nuevo plan es favorecer el envejecimiento saludable, prevenir, trabajar en el envejecimiento activo y saludable; favorecer la integración de la familia, evitando la institucionalización de las personas mayores pues es frecuente que los integrantes de las familias salen a trabajar o estudiar y no hay quien cuide a la persona mayor.
Cuando un adulto mayor se queda solo en casa hay depresión, deterioro físico y cognitivo, lo que impacta en su salud física y entorno familiar. Se busca que en las Casas de Día reciban atención interdisciplinaria: médica, terapia física y sicológica, orientación jurídica; alimentación y actividades diversas; donde socialicen y tengan actividades que en casa están dejando de recibir.
La inversión que la institución hará por cada casa será entre 100 mil y 150 mil pesos. Existen tres modelos de Casa de Día: la más básica es un club, un espacio abierto (jardines, espacios deportivos) en el cual se requieren instrumentos básicos: juegos de mesa, sillas y mesas, aparatos para activación física; el otro tipo es infraestructura especializada con atención médica, sicológica, terapia física y en el otro es más de alimentación.







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