Desde los remotos tiempos de la prehistoria y de la antigüedad, a las mujeres se le asignó el rol de cuidadora, que de manera cotidiana realizan en el seno de las familias, tribus y comunidades menores.
Con el desarrollo histórico de la sociedad y en situación de emergencias colectivas de la salud, este rol asignado de manera voluntaria y obligatoria a las mujeres, se enfocaba a la comunidad. Así surgió, aunque no se le llamará de esa manera moderna, la enfermera como personaje fundamental para la supervivencia de la humanidad. Muche debe la especie humana a las mujeres y actualmente a los hombres, que se han consagrado a esa actividad, por tanto tiempo no reconocida.
Así, la vocación por el cuidado, la habilidad técnica y el contacto humano cercano, han sido características distintivas de las enfermeras, desde su surgimiento y en cada uno de los momentos más conflictivos y críticos de la historia humana.
Hacia el final de la edad antigua con el imperio Romano, se establecieron los primeros hospitales públicos, que eran destinados no a curar sino a cuidar y acompañar a los enfermos. En ellos las mujeres realizaban esas tareas.
En la edad media durante las guerras de las cruzadas y las pandemias, fueron las órdenes religiosas de mujeres, las que ofrendaron su trabajo y su vida cuidando heridos, discapacitados, menesterosos y marginados enfermos y moribundos, alojados en los hospicios, leprosarios o lazaretos y campamentos militares.
En esas etapas la enfermería se sustentada en valores de la ética religiosa cristiana, como la caridad hacia los enfermos, y la fe y la esperanza con que procuraban alentarlos y confortarlos en sus enfermedades, sufrimiento y muerte. El conocimiento empírico y las habilidades técnicas eran adquiridas en la relación maestra-aprendiz y por su experiencia práctica.
Durante la etapa de las monarquías, de las múltiples guerras entre los nacientes estados europeos y de los imperios colonialistas de Inglaterra, España, Portugal, Holanda, Bélgica y Francia, que sometieron a la esclavitud, despojo y explotación a la población nativa de África, América Latina y Asia. En ese contexto de crueldad y miseria humana, fue la enfermería con su servicio religioso humanista, la que dio algún alivio a los pobres y enfermos. Precisamente Sor Juna Inés de la Cruz en la Nueva España murió en 1648 atendiendo enfermos de peste.
A finales del siglo XVIII los imperios europeos se expandían y el Imperio Otomano de medio oriente, estaba en decadencia. En esa situación el imperio ruso inició una guerra contra Grecia para tomar posesión de la península de Crimea, punto estratégico entre occidente y oriente. Reino Unido y Francia se sumaron a Grecia en contra de Rusia derrotándola y repartiéndose los territorios del Imperio Otomano.
La guerra (1853-1856) se hizo masiva y en extremo cruenta por la incorporación de armas de mayor desarrollado tecnológico y poder de destrucción. A ello se sumaron la hambruna y las epidemias en la población civil y en los campamentos militares que funcionaban como hospitales improvisados.
En esta situación fue que, desde el Imperio inglés Florencia de Nightingale se trasladó en 1854 a Usküdar (hoy barrio de Estambul) para ponerse al frente de 38 mujeres, voluntarias católicas y protestantes para hacerse cargo del cuidado y atención de los soldados heridos, amputados y enfermos de cólera.
Cuando en Europa aún no se formulaba la teoría de los gérmenes, ni se conocían las técnicas para prevenir y curar las epidemias por enfermedades infecciosas, Florencia sumo al valor de la caridad, la perspectiva científica con métodos estadísticos y una organización rigurosa de los cuidados, para lograr detener las infecciones, evitar amputaciones y salvar miles de vidas de los soldados.
A partir de esa experiencia Florencia creó el cuerpo filosófico, ético, teórico, metodológico y técnico del que surgió la enfermería moderna tanto en su formación como en su ejercicio profesional que pronto se expandió de Inglaterra al resto del mundo occidental hasta nuestros días.
Así arrancó la profesión de enfermería, que coincidió con el de la medicina científica, los hospitales modernos y las instituciones educativas para formar al personal de salud, Todo como parte de la configuración del Estado moderno y del fortalecimiento de etapa industrial del capitalismo.
Hoy en pleno siglo XXI, la enfermería se ha convertido en parte fundamental de la solución a la crisis de la salud y de los sistemas sanitarios, debilitados por la actual fase del desarrollo del capitalismo y agravados por la pandemia de la COVID-19. Sin su participación con sus extraordinarios conocimientos, disciplina, habilidades y valores éticos humanistas, sería muy difícil alcanzar, la meta pospuesta desde el año 2000, de garantizar a toda la población sin distinciones, servicios de salud de calidad, con seguridad, equidad y humanismo.
El gobierno de Tamaulipas en coherencia al reconocimiento mundial de la importancia que tiene la enfermería en la salud de este siglo, creó la Subsecretaria de Enfermería para impulsar la dignificación y profesionalización de los más de 4 mil profesionales de esta formación académica, que laboran en la Secretaría de Salud.
El Dr. Américo Villarreal, ha concebido esta innovación en el Plan Estatal de Desarrollo y en la estructura orgánica institucional de la SST, como un paso estratégico e indispensable para la trasformación del sistema estatal de salud. De esta manera Tamaulipas se pone a la vanguardia de los estados más comprometidos en dar espacio y estatus a la participación de las enfermeras en esta transformación.
A propósito del Dia Nacional de la Enfermera, celebrado el pasado 6 de enero, extendemos una merecida felicitación a cada una de las enfermeras (os) tamaulipecas (os) que, en los hospitales, centros de salud, clínicas, consultorios fijos y móviles, oficinas administrativas, campañas sanitarias, visitas domiciliarias y redes sociales, nos siguen haciendo tanto bien con sus conocimientos, destrezas técnicas y calidez.
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