Por: Claudia Heredia
Existe un adagio que dicta: “A mal tiempo buena cara” Y esto, viene a
tema, a razón de lo que primero inicio como epidemia catalogada
ahora pandemia, enfermedad viral de contagio en todo el mundo que
prácticamente lo está poniendo en jaque: El COVID-19.
A su reciente ingreso a territorio mexicano, el coronavirus con 26
casos contabilizados al día de hoy, según dato oficial proporcionado
por la Secretaría de Salud del Gobierno Federal, ha hecho que la
población en nuestro país, esté asustada y no es para menos. Pero
déjeme decirle, no necesariamente por el virus, sino por la
irresponsabilidad de muchos que difunden falsa información, a veces
hasta malintencionadamente, tratando de sacar raja de este problema
de salud pública, lo que ha provocado que cierta gente se llene de
miedo y viva en la zozobra, por el solo hecho de pensar que puedan
ser contagiados.
Ahí tiene Usted estimado lector las compras de pánico, que se han
venido registrando principalmente en grandes ciudades como
Monterrey, y también en el caso de Tamaulipas en Tampico y Nuevo
Laredo.
La realidad de las cosas, de acuerdo a fuentes oficiales, en este caso
la Secretaría de Salud y las dependencias homologas en los Estados,
es que científicamente el 85% de los enfermos logran recuperarse, no
obstante se trate de una infección que ataca a los pulmones al grado
de la dificultad para respirar.
Las autoridades por su parte, informan y convocan a la calma a la
sociedad, situación que aún aparentemente se mantiene bajo control,
no así la inminente caída de la bolsa de valores, en detrimento de las
economías dominantes, dado la retirada de las acciones e inversiones
bursátiles.
México en este contexto, vive un nuevo reto, frente al desafío que
representa esta pandemia en el mundo por ello, la pregunta es: ¿Qué
pasará con México tras esta situación de alerta sanitaria, donde
principalmente el sector privado, entre quien se cuenta a
Universidades de paga y otros entes particulares, tienden a cerrar sus
puertas?
Los ciudadanos de a pie, siguen como siempre trabajando, como
cualquier otro día normal, y las aglomeraciones en las que algunos
han decidido no estar, a ´los de abajo´ por su parte no les queda otra,
tendrán que seguir usando el metro, el colectivo, el pesero para llegar
a sus lugares de trabajo, puesto que si no trabajan no comen, claro
mientras no se declare estado de emergencia, cosa que
afortunadamente no ha sucedido. Eso es la verdad.
¿Cuál es el daño más grave a México, el coronavirus o la actitud frente
al asunto? Que muchas veces es de miedo irracional.
La interrogante en virtud que unos se declaren en aislamiento total,
estando sanos y otros sin saber que pudieran estar enfermos siguen al
pie del cañón.
Por eso, no cree usted estimado lector como dice sabiamente el
adagio popular: ¿A mal tiempo, buena cara?
La autora es Doblemente Doctorada Honoris Causa. Máster en Derecho Público, egresada de
UANL. Abogada, Catedrática, Escritora y Conferencista. Fundadora de Vive Mejor Ciudadano A.C.
Comisionada de Derechos Humanos Zona Norte de México.
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