Cuauhtémoc, CDMX, México.- De todas las puertas que existen en la calle de Simón Bolívar del centro de la Ciudad de México, la número 27 es la que por su escaso tamaño, pasa más desapercibida. Quien cruza la entrada y sube los peldaños, encuentra en la cúspide la historia de sus pasos y también la de los pasos de sus ancestros.

Se trata del Museo del Calzado de El Borceguí, pero bien podría ser un museo de la historia de la humanidad, porque antes del celular no había accesorio que acompañase a todos lados y llevase mejor el registro de la vida de cada individuo del planeta que sus propios zapatos.

En este museo provisto de 30 vitrinas con 20 mil zapatos que parten desde el siglo III a. C. hasta la actualidad, hay ejemplares que alguna vez no solo fueron diseñados para caminar sino también para ser hervidos y luego comerse para así curar las enfermedades gástricas de su dueño.

Están también aquellos gigantes con los que Neil Armstrong dio la primera caminata lunar de la humanidad, los casi igual de grandes zapatos de 40 centímetros de largo y cuatro kilos de peso, que fueran propiedad del basquetbolista de la NBA, Shaquille O’neal.

O aquellos que usó el periodista Jacobo Zabludovsky cuando cubrió los estragos del terremoto de 1985, tendrá usted que darse una vuelta por aquí para ver cómo quedaron tras todo un día de caminar por la ciudad destruida por el temblor.

Por cierto, también aquí yacen las pequeñas botas de neopreno que usó la perrita de la Marina Frida para rescatar a personas atrapadas entre los escombros tras el sismo del 19 de septiembre de 2017.

Las vitrinas exhiben además los zapatos femeninos impuestos por la dinastía Tang para hacer que todas las doncellas tuvieran pies diminutos en forma de flor de loto, por ser éstos objeto de deseo de los hombres,  aunque esto significar deformarles el pie por completo hasta causarles la muerte.

Otra de las curiosidades de este museo son los  zapatos de armaduras que datan del siglo XVI, la característica era que entre más puntiagudas mayor era el rango que tenía quien lo portara. En fin, existen tantos zapatos con tanta historia que lo que falta es suela para recorrer todo el lugar.

Por cierto al visitar el museo, no se debe de perder la oportunidad de comprar un par en la zapatería de El Borceguí, que está justo abajo, que por los antiguos aparadores, mostradores y las cajas medidoras de pies, es como entrar a otro museo.

Huerta, ​. (09 de 08 de 2019). www.mexicodesconocido.com.mx. Recuperado el 07 de 02 de 2020, de www.mexicodesconocido.com.mx: https://www.mexicodesconocido.com.mx/museo-del-calzado.html